Alrededor del año 300 antes de Cristo, en la Antigua Grecia, existió una moneda de plata llamada “Dracma”, palabra que proviene del verbo griego “empuñar”, “agarrar”, porque esta moneda equivalía al peso en plata de 6 óbolos que eran 6 barras de metal largas y finas que cabían en el puño de la mano. Posteriormente, los árabes derivaron la palabra “Dracma” en “Adarme”. Y a un ochavo de “adarme” le llamaron “tumn” o “tumni”, que equivalía al valor más pequeño. Más tarde, en España le llamaron “tomin” que también significaba el valor más ínfimo y equivalía a la tercera parte del Adarme y a la octava de la moneda “Castellano”. El “tomin” fue una medida de peso equivalente a poco más de medio gramo de oro (0.596 gramos) o a 12 granos. En el virreinato de Nueva España, la primera moneda autóctona acuñada en 1536 fue el peso de oro de Tepuzque, cuyo nombre sería la versión castellanizada de Teputzli, cobre en lengua náhuatl. Este peso equivalía a 272 maravedíes, a 8 Reales de plata, y cada Real equivalía a un Túmin. La unidad de peso para metales preciosos fue el equivalente a unos 230 gramos. En el caso de las piezas de oro, sus divisores eran el castellano, el tomín y el grano. En cuanto a la plata aparecían la onza, equivalente a 1/8 de marco o 28,75 gramos; y el tomín de plata, de 1/384 o 0,559 gramos. Así, durante la colonia se hace referencia a diversas monedas: pesos de oro, maravedíes, tomín, ducados, doblones, reales, dineros, sueldos, escudos (o patacas), doses y tostones (monedas de 4 reales) muy comunes en Chiapas.[2] Otras fuentes refieren que el Túmin era el impuesto que pagaban los indígenas en el Perú con destino al sostenimiento de hospitales. Para los pueblos originarios Incas, Túmin o tumis eran las navajas ceremoniales que se usaban en los siglos XV y XVI durante los festivales para el sacrificio de las llamas con el fin de agradecer al sol por las cosechas. Actualmente existe el poblado Túmina en la provincia de Estado Miranda, Venezuela, y el pueblo Los Túmines en el Municipio Ario, Michoacán, México. En el estado de Michoacán, “Túmina” es dinero entre los purépechas, y nos mostraron un tipo de árbol que llaman “árbol del Túmin”, debido a que la gente escondía el dinero y el oro entre sus raíces y quedaba atrapado.[3] Asimismo, en la lengua huichol de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas, se usa el término “Túmini” para decir dinero.[4] Por otra parte, en el idioma huasteco o tének de los estados de San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz, Túmin significa igualmente dinero; lo mismo que en la lengua zoque de los estados de Chiapas, Tabasco y Oaxaca; y también en las lenguas xinca de Guatemala, por ejemplo, o en lengua lenca de El Salvador y Honduras.[5] Estas similitudes en los vocablos, hoy dan cierta identidad al Túmin como una moneda de los pueblos originarios. De esto nos hemos ido enterando en las localidades donde el Túmin ha llegado hoy. En definitiva, era el vocablo más usado para referirse al dinero entre los pueblos originarios de América Latina. No sólo pagaban tributos a la colonia, sino que fue adoptado en el comercio cotidiano. Y, conforme el Túmin se extiende, se conocen otros pueblos que usan ese vocablo para referirse al dinero, a consecuencia de esta historia. Según diversos testimonios, al menos 12 lenguas lo usan.
[1] CASTRO S., Gustavo. “La moneda comunitaria Túmin”, OTROS MUNDOSChiapas, El Escaramujo N° 108. San Cristóbal L. C., Chiapas, 2020. Extracto. [2] En los registros comerciales de 1545 para Tlaxcala, un tomín español equivalía a 200 granos de cacao. En 1540 cinco granos de cacao podían comprar 2.5 kilogramos de maíz. Cfr. BERDAN, Frances. "Los medios de intercambio en la época prehispánica y la Colonia", revista Arqueología Mexicana, núm. 122, “Comercio y Mercado”. Kgosni 193. [3] V. Kgosni 126, abril de 2013, p. 3. Taller en Cherán. [4] V. ITURRIOZ LEZA, José Luis. “Lenguas y literaturas indígenas de Jalisco”, Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Jalisco, 2004, Pp. 27, 112. [5] v. HERRANZ, Atanasio. “La lengua lenca”, pp. 450, 458, 466, [6] En lengua española, la palabra Túmin no lleva acento en la u, por ser grave y terminar en “n”; pero en lengua tutunakú, sí lo lleva, según algunos lingüistas. Más aún, en otras lenguas originarias se suele decir tumín, como palabra aguda acentuada en la i.